#RelatosdeMujer

La historia de Mercedes. Violencia disfrazada de amor y sentido de pertenencia. 




Ella, se llamará Mercedes.
Mercedes, es una mujer de 28 años, Lic. en Administración, graduada con honores,  morena, hermosa, una flaca con curvas, cabellos negros, lisos, con una hermosa sonrisa, ojos grandes que siempre delinea con su lápiz negro, sus labios gruesos, carismática, trabajadora, inteligente, emprendedora, sin miedo a luchar por sus sueños, de una familia estable, con padres casados con una convivencia respetuosa, 3 hermanas, aparentemente una mujer PERFECTA.  Tiene 7 años con un novio. A él lo llamaremos Juan.




Juan es un hombre de 30 años, moreno, de contextura delgado, cabellos negros, Contador, le gusta el futbol, y salir a comer. Disfruta de una cerveza y de la compañía de "su mujer y amigos"

Ellos viven juntos desde hace 1 año, ella se arriesgo y empezó a vivir con él, para que la convivencia hiciera según ella las cosas más fáciles, mala decisión. Todo empeoro, él no la dejaba salir, ni visitar a su familia, le decía que sus primas y hermanas eran unas "locas" que ella era una mujer buena y que mejor no las viera, el le ha sido infiel un par de veces. Pero ELLA ACEPTÓ. Y se preguntaran ¿Esa muchacha porque aceptaba todo eso? 

Antes eran encuentros casuales de noviazgo. Su relación se notaba"inestable" desde fuera pero súper "estable" para ellos, pues estaban acostumbrados y familiarizados con sus costumbres y sus formas. En consulta ella me cuenta que él le prohíbia cosas, usar ropa corta y provocativa para otros hombres,  "Él tiene sus cosas buenas también, me lleva a comer, después que peleamos siempre me busca porque no puede vivir sin mi, yo lo sé, un día le descubrí una infidelidad y el tan bello, después que le reclame, lo aceptó, me pidió disculpas y llamó a la muchacha, le dijo que yo era la mujer de su vida, que lo dejara tranquilo. YO GANE, las otras siempre serán las otras, y yo la legal" inmediatamente luego de quedarme perpleja frente aquella hermosa morena que me hablaba, le pregunté ¿Qué ganaste? Ella me respondió, "el decidio por mi, yo me quede con el".

Así era. Cada uno estaba en el lugar que sentía merecer, ella con un hombre que podía compartir con otras, que la hacía sentir mal, que le prohibia cosas, Juan era para ella ese alguien a quien pertenecer, a quién le importaba, quien la dirigiera, ya ella misma no podía tomar el control de su vida.

Èl estaba con la única mujer a la que podía dominar y dirigir, a la que podía MAL - QUERER, a la que no tenía que explicar muchas cosas, ella, la mujer que le pertenecía. Ambos se pertenecían en ese proceso tan carente de autoestima y valor propio.

Prosiguió contándome que él era muy activo sexualmente y ahora que habían decidido vivir juntos lo era mucho más, que en ocasiones se sentía obligada a tener relaciones sexuales con él, porque le decía "si la mujer de uno no lo complace, después no se queje si lo complace otra". Frases que no solo escucha Mercedes y que suelen ser parafraseadas por muchos hombres para exigirle a "sus mujeres" que tengan relaciones sexuales con ellos, porque es una función de esposa. Y obvio no es así, eso es abuso sexual y merece responsabilidades legales y privación de libertad.

Violencia y más violencia disfrazada de amor y sentido de pertenencia, porque lo realmente grave era que Mercedes veía la situación como "normal" como familiarizada y hasta con un montón de cosas positivas, detrás de ese montón de atrocidades que vivía regularmente aquella pareja. Ella aseguraba después de 7 años de relación que todos los problemas, que la manera, la personalidad de Juan era momentáneo, ella al igual que un sinfín de mujeres, estaba ahí confiada que él algún día cambiaria, que su amor y las ganas que ella tenía de formar una familia juntos, haría que las cosas mejoraran. Pero ¿Y ella? ¿Acaso no era ella merecedora de cambios? De cambiar su forma, sus cogniciones, su manera de situarse en el mundo. Mercedes no tiene idea de cuanto vale ni de cuanto puede llegar a merecer después que acepte que ella también tiene un problema, que no se ama, que no valora y que desde esa ausencia, cualquier hombre que la quiera un poco, solo un poquito, que solo le diga que la ama, que ella es importante, serán motivos suficientes para seguir ahí, en esa relación "aparentemente normal".

Evidentemente esa relación ya no estaba funcionando, ella acude a consulta porque quería que el dejará de serle infiel y que la dejará visitar a su familia. Ella quería que él cambiará, pero nunca nunca en su discurso en ese primer encuentro pensó que pedirle permiso a un hombre para visitar a tu familia o aceptar infidelidades y que le dirigiera su vida, era sin duda motivo de psicoterapia, de cambios y de la decisión de amarse y respetarse por encima de todo.

De aquella primera vez, la recuerdo llorando porque no se había dado cuenta que ella no lo iba a cambiar, y yo MUCHO MENOS que la que tenía que revisar y ameritaba cambios era ella. (Los psicólogos no trabajamos con telepatía. Y la gente solo cambia cuando quiere y acepta que tiene un problema y que debe cambiar, no por otras personas, sino porque el mismo)

En la segunda consulta, ella fue decidida, llegó alegre, con un pantalón ajustado y un crop top que encajaba perfecto con su bella figura, me llevo un chocolate, había leído un libro que le preste "las mujeres que aman demasiado", me contaba que se había rebelado "un poco" que fue a visitar a su mamá y había ido a la casa de la abuela, donde vivían algunas primas, que había empezado a cambiar su vida para bien. Generalmente mi experiencia me dice, que cuando sucede esto para la segunda terapia, que el proceso se pinta rápido y contundente, cuando ella empezaba a empoderarse, Juan haría algo que la conectaría nuevamente a lo que ella según él merecía, y como no habíamos llegado a algún punto crítico en terapia ella no volvería más. En ese encuentro hablamos y descubrimos un sinfín de cualidades que ella desconocía que tenía, la veía con ganas de seguir conociéndose. Nos despedimos y quedamos en vernos en 15 días. Ella no fue a la próxima entrevista.

Había pasado un mes y mi secretaria me avisó que una paciente sin cita me buscaba, era ella, se veía feliz, estaba con Juan, por fin lo conocía. Era tal cual como lo imaginé, bien parecido, amable, super educado, simpático, hablaba con un tono encantador y calmado, jamás nadie imaginaría todo lo que era en realidad.  Entraron los dos a esa consulta inesperado, en el fondo él fue para que ella no fuera sola, pero eso solo lo sabíamos él y yo, ella estaba sumergida en endorfinas.

Me contó que las cosas habían mejorado en su relación que él ya no era el mismo, que por arte de magia había cambiado, que estaba EMBARAZADA. Y que se iba a dedicar a su embarazo. El solo sonreía y mencionó que pensando en ella, le había pedido que dejara su trabajo y que descansará en casa hasta que el bebé estuviese preparado para estar solo. "Dra no vaya a pensar que la estoy controlando, solo es por el bebé" Yo sonreía. Hay hombres muy inteligentes, Juan era un espectáculo manipulando, un violento encubierta.




Ahi termino la historia, ya el bebé debe estar grande, seguro que Mercedes lo está cuidado. Ojalá me lea. No todas las historias terminan con un final feliz, hay mujeres que deciden quedarse ahí, en esa relación  que todos los días le recuerda lo que creen merecer, pensando que lo que viven es normal, que es parte de las dificultades de las relaciones amorosas, que así son los hombres y que las mujeres solo tienen que obedecer por el bien de sus relaciones y sus familias, es como un juego macabro en las que unas asumen la responsabilidad para salir y otras que solo quieren seguir viviendo un tiempo más. Porque OJO, siempre nos terminamos cansando, siempre queremos un final, siempre hay algo que nos impulsa a entender que las cosas no están bien.

Para las personas que viven así. Tengo un cuento, yo amo los cuentos y en terapia siento que funcionan para que las personas comiencen a pensar y analizar sobre sus vidas.

  • Imagina que vas corriendo, un hombre te persigue para robarte, quizás para violarte, tu corres con miedo, incertidumbre, sabes y has escuchado lo que hacen los malandros o lo que son capaces de hacer. Cuando avanzas en tu calle, te das cuenta que hay un abismo ENORME, pero que si saltas al abismo te salvarás de aquel hombre que te persigue, pero corres el riesgo latente de que al caer te pase algo, quizás lo peor y no puedas pasar hacia el otro lado el abismo, pero tienes UNA ÚNICA oportunidad de salvarte y cruzar el abismo. ¿Qué harías tú?
  • ¿Te lanzas con el riesgo a morir? ¿O esperas a que el hombre que te persigue te atrape y te haga daño? 

POR FAVOR. Déjame saber tu respuesta.





POSDATA: Los relatos de mujeres son historia de la vida real, de mi experiencia como psicóloga, en la que cuento el relato de pacientes, cambiando identidad, edades, y descripción de las personas. EL objetivo es hacer ECO y promulgar que la Violencia sucede en la mayoría de los casos sin que nos demos cuenta, suceden en todas las edades, clases sociales y zonas geográficas. Debemos evitar por encima de todo, que el cumplimiento de ninguna ley, religión, dogma, costumbre, tradición, esté por encima de preservar los Derechos de la Mujer. 



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